La psicología clínica y la psicopatología son subdisciplinas de la psicología que están muy estrechamente relacionadas, ya que, en términos simples, se ocupan de los trastornos mentales. Los trastornos mentales se refieren a un síndrome psicológico o conductual clínicamente significativo (es decir, relevante para la evaluación y el tratamiento en un entorno clínico) que afecta a una persona en cualquier etapa de su vida, y que está asociado con malestar, discapacidad (dificultades para funcionar en una o más áreas importantes de la vida), o incluso con riesgo de sufrimiento relacionado con la muerte, el dolor, la incapacidad o la pérdida de libertad.
Aceptar la existencia de un trastorno mental propio—descubierto a través de una evaluación psicodiagnóstica detallada y que se identifica como dominante en el funcionamiento de la persona evaluada—es uno de los primeros pasos hacia la resolución de los problemas asociados a dicho trastorno.
Prácticamente no existe ser humano en el planeta que no tenga algún tipo de problema psicológico; sin embargo, en psicología clínica sólo se consideran relevantes aquellos que son “clínicamente significativos”, es decir, aquellos que incapacitan al ser humano en un aspecto determinado de la vida.
Si los niños bajan su rendimiento escolar, si los jóvenes fracasan en su progreso académico, o si los adultos se vuelven disfuncionales o irresponsables en el trabajo, ya se trata de una señal de alarma que indica que algo está ocurriendo a nivel de la personalidad, y que los problemas han alcanzado un nivel “clínicamente indicativo”. A veces, los problemas son de naturaleza exclusivamente psicológica, y otras veces, de naturaleza biológica y psicológica. Los que tienen base biológica suelen incluir también la dimensión psíquica, mientras que los psicológicos afectan al cuerpo solo hasta que no se abordan adecuadamente mediante métodos y técnicas dirigidas a desarrollar la autocomprensión.
Cada ser humano manifiesta los trastornos mentales de manera única, de acuerdo con sus características individuales, y existen enormes diferencias interindividuales en la forma en que se manifiestan los trastornos psicológicos. Sin embargo, los científicos han tenido que establecer ciertas clasificaciones de los trastornos mentales que, en el ámbito profesional y académico, debemos seguir. Es ampliamente reconocido que ningún trastorno psicológico aparece completamente solo, sino que casi siempre se presenta en comorbilidad con otros trastornos o síntomas de otros trastornos, de modo que en la vida cotidiana aparecen trastornos mentales combinados, algunos más fáciles y otros más difíciles de tratar.
El éxito del tratamiento psicológico depende en gran medida de la persona que se somete a dicho tratamiento, es decir, de su motivación y, por otro lado, de la experiencia y compromiso del psicólogo que presta el servicio. La psicodiagnosis también forma parte del inicio del proceso terapéutico, ya que consiste en identificar el problema y definir el plan para su abordaje.
Los trastornos mentales están clasificados en la Clasificación Internacional de Enfermedades, cuya versión más reciente es la CIE-11, publicada y puesta en uso a partir del 1 de enero de 2022; así como en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición, revisión de texto (DSM-5-TR). Existen algunas diferencias entre estas clasificaciones, aunque con el tiempo los expertos del DSM han ido adaptándose a los criterios del CIE, que es la clasificación internacional de todas las enfermedades, incluyendo los trastornos mentales en uno de sus capítulos (en la versión 11, el capítulo 6; en versiones anteriores, el capítulo 5).
Actualmente se ha introducido un nuevo sistema diagnóstico, aunque en algunos países aún se utiliza el sistema anterior con la letra “F” y un código numérico que indica el tipo de trastorno mental. Por ejemplo, F43.1 – Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), que en la nueva clasificación CIE-11 se codifica como 6B40.
En las clasificaciones CIE-11 y DSM-5-TR, los trastornos mentales, conductuales y del neurodesarrollo se agrupan en las siguientes áreas:
⦁ Trastornos psicóticos
⦁ Trastornos de ansiedad y relacionados con el miedo
⦁ Trastornos relacionados con el estrés y el trauma
⦁ Trastornos de la alimentación
⦁ Trastornos del sueño y la vigilia
⦁ Trastornos del control de los impulsos
⦁ Trastornos de la personalidad
⦁ Trastornos por consumo (o abuso) de sustancias
⦁ Cuestiones relacionadas con la salud sexual
Trastornos psicóticos
La característica de los trastornos psicóticos es que los psicólogos pueden reconocerlos, pero no pueden tratarlos por sí solos sin la ayuda de la psiquiatría o del tratamiento psicofarmacológico. Cuando un psicólogo determina que una persona presenta síntomas de un trastorno psicótico, se la deriva a una evaluación psiquiátrica para establecer un diagnóstico y determinar la medicación adecuada. Junto con la terapia farmacológica, también es necesario realizar un tratamiento psicológico para asegurar una recuperación más rápida y efectiva, y para reducir los episodios de empeoramiento de la enfermedad. La psicología ayuda a las personas con trastornos psicóticos a sobrellevar sus síntomas.
- Los trastornos psicóticos incluyen:
- Esquizofrenia
- Trastorno esquizoafectivo
- Trastorno esquizofreniforme
- Trastorno psicótico breve
- Trastorno delirante (anteriormente conocido como trastorno paranoide)
- Otros trastornos psicóticos
Esquizofrenia
Los síntomas psicóticos deben durar al menos seis meses.
Debe haber al menos dos de los siguientes síntomas:
⦁ Delirios (creencias falsas que no tienen base en la realidad);
⦁ Alucinaciones (más comúnmente auditivas, pero también pueden ser visuales, táctiles, olfativas o gustativas—es decir, distorsiones sensoriales que afectan cualquier sentido, siendo las auditivas las más peligrosas, a menudo en forma de voces);
⦁ Discurso desorganizado (falta de coherencia, “ensalada de palabras”);
⦁ Comportamiento gravemente desorganizado o catatónico (debe incluir al menos tres de los siguientes):
⦁ Estupor (sin respuesta al entorno, ausencia total de movimiento y habla);
⦁ Catalepsia (mantener una postura rígida y antinatural durante un tiempo prolongado);
⦁ Flexibilidad cérea (los miembros permanecen en la posición en que otra persona los coloca);
⦁ Mutismo (habla mínima o inexistente);
⦁ Negativismo (resistencia a seguir instrucciones o realizar lo contrario de lo que se pide);
⦁ Posturas extrañas (mantener poses inusuales o rígidas contra la gravedad);
⦁ Manierismos (movimientos repetitivos y exagerados que parecen inapropiados);
⦁ Estereotipias (movimientos repetitivos sin sentido como mecerse o aplaudir);
⦁ Agitación (movimiento continuo y sin propósito sin estímulos externos);
⦁ Hacer muecas (expresiones faciales inusuales);
⦁ Ecolalia (repetir palabras dichas por otros);
⦁ Ecopraxia (imitar los movimientos de otra persona);
⦁ Síntomas negativos de la esquizofrenia (falta de motivación, afecto plano, habla reducida).
Anteriormente, existían subtipos de esquizofrenia (paranoide, catatónica, residual, desorganizada e indiferenciada), pero han sido eliminados de las nuevas clasificaciones en favor de un enfoque psicodiagnóstico dimensional. Por esta razón, los trastornos psicóticos esquizofrénicos se consideran parte de un “espectro”, con énfasis en la intensidad o “gravedad” del trastorno y en la presencia de síntomas negativos (aislamiento social, falta de motivación, etc.).
Trastorno Esquizoafectivo
Este trastorno implica una combinación de síntomas de esquizofrenia y trastornos del estado de ánimo (manía o depresión). Existe un tipo bipolar cuando están presentes tanto los estados de ánimo depresivos como maníacos, y un tipo depresivo cuando solo está presente el estado de ánimo depresivo. Los síntomas del trastorno del estado de ánimo están presentes durante la mayor parte de la duración de la enfermedad.
Trastorno Esquizofreniforme
Este trastorno se presenta con síntomas de esquizofrenia, pero de duración más corta (de uno a seis meses), y no necesariamente conduce a una discapacidad (como ocurre con la esquizofrenia). La psicodiagnosis es importante en este trastorno porque las personas que reciben tratamiento pueden recuperarse por completo, mientras que aquellas que no se recuperan pueden desarrollar síntomas de esquizofrenia, que es una enfermedad crónica.
Trastorno psicótico breve
Se refiere a la aparición repentina de síntomas psicóticos (similares a los observados en la esquizofrenia) que duran un período más corto: entre un día y un mes. Después del episodio, la persona regresa a un estado “normal” y funcional previo. A menudo es desencadenado por una experiencia traumática, un nivel alto de estrés o, en casos específicos, por episodios psicóticos posparto (inmediatamente o poco después del parto).
Episodio psicótico posparto
En los estados psicóticos posparto, algunas madres matan a su hijo, por lo que el infanticidio se considera una forma de delito “privilegiado” o “homicidio privilegiado”, ya que solo puede ser cometido por mujeres y con frecuencia está vinculado al estado posparto. Esta condición también está influenciada por experiencias durante el periodo prenatal, es decir, durante el embarazo.
Los infanticidios son de particular relevancia en los análisis forense-psicológicos y las pericias judiciales, ya que suelen estar asociados con experiencias traumáticas de abuso en la infancia y la adolescencia—especialmente abuso sexual.
La psicosis posparto es un trastorno mental grave que ocurre inmediatamente después del parto o en las semanas siguientes. Se considera una emergencia psiquiátrica que requiere intervención urgente. Los síntomas pueden aparecer de forma repentina, a menudo dentro de las dos primeras semanas después del parto, e incluyen:
⦁ Síntomas psicóticos: alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado
⦁ Síntomas del estado de ánimo: cambios extremos de humor que van de la euforia a la depresión profunda; ansiedad severa o agitación; irritabilidad y agresividad
⦁ Síntomas conductuales: insomnio, incapacidad para dormir a pesar del cansancio; hiperactividad; conductas impulsivas y riesgosas; negligencia u obsesión con el bebé (distanciamiento emocional o implicación excesiva)
⦁ Síntomas cognitivos y perceptivos: paranoia, dificultades de memoria y concentración, desorientación en el tiempo y el espacio, pérdida de contacto con la realidad.
Los episodios psicóticos posparto se consideran emergencias psiquiátricas, ya que la madre puede hacerse daño a sí misma o al bebé. Se presentan con mayor frecuencia en mujeres con antecedentes de trastorno bipolar, trastorno esquizoafectivo, psicosis posparto previa o antecedentes familiares de enfermedades mentales.
Si tú o alguien que conoces muestra signos de psicosis posparto, busca ayuda médica inmediata llamando a los servicios de emergencia o acudiendo a un hospital. El tratamiento incluye hospitalización, medicación antipsicótica y estabilizadora del ánimo, y apoyo psicológico.
Trastorno Delirante
/ anteriormente conocido como Trastorno Paranoide/
Este trastorno implica la presencia de delirios (ya sean bizarros o no) durante al menos un mes, sin otros síntomas psicóticos como discurso desorganizado o alucinaciones. Existen varios subtipos:
⦁ Erotomaníaco – creen que otra persona está enamorada de ellos
⦁ Grandioso – creen tener habilidades o talentos especiales
⦁ Persecutorio – creen que están siendo seguidos, acosados, espiados, grabados, envenenados, perseguidos o acechados
⦁ Celotípico – creen que su pareja les es infiel sin ninguna prueba; este es uno de los problemas más comunes en las relaciones íntimas y puede llegar a interpretaciones paranoides de los celos, que en algunos casos pueden tener consecuencias fatales (por ejemplo, el asesinato de la pareja femenina por parte del compañero masculino). Cuando las mujeres sienten celos, suelen dramatizar más y “perdonar” más fácilmente la infidelidad sexual, pero tienen más dificultad con la infidelidad emocional. En cambio, los hombres suelen perdonar más fácilmente la infidelidad emocional (si ha ocurrido), pero reaccionan con mayor agresividad ante la infidelidad sexual. Muy a menudo, los celos masculinos no tienen fundamento y provienen de sentimientos de inseguridad e impotencia sexual. Se recomienda a las parejas buscar ayuda psicológica para superar los problemas relacionados con los celos mutuos.
⦁ Somático – creen estar infectados por parásitos o tener alguna enfermedad médica
Otros trastornos psicóticos
Estos trastornos pueden ser causados por el abuso de sustancias psicoactivas o por otras condiciones médicas (como accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales, epilepsia, enfermedades neurológicas, infecciones y otros problemas médicos).
También existe el llamado trastorno delirante inducido (en francés: folie à deux, o “locura de a dos”)—que implica la presencia de delirios compartidos entre dos o más personas, generalmente unidas emocionalmente. En estos casos, todos los miembros de la familia pueden desarrollar síntomas psicóticos por inducción de un miembro psicótico.
Trastornos del Estado de Ánimo
Los trastornos del estado de ánimo se dividen en bipolares y “unipolares”, es decir, depresivos. El trastorno puramente maníaco prácticamente no existe, por lo que los trastornos del estado de ánimo son siempre “maníaco-depresivos” o “solo depresivos.” En el trastorno bipolar, los episodios del estado de ánimo alternan entre períodos de manía o hipomanía y períodos de depresión, que suelen ser más prolongados y pueden incluir fases suicidas.
Los trastornos del estado de ánimo incluyen:
⦁ Trastornos bipolares (tipo I y tipo II)
⦁ Trastornos depresivos, entre los cuales se encuentran:
⦁ Trastorno Depresivo Mayor
⦁ Trastorno Depresivo Persistente (Distimia)
⦁ Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo
⦁ Trastorno Disfórico Premenstrual
Trastornos bipolares (Tipo I y Tipo II)
Los trastornos bipolares son trastornos del estado de ánimo caracterizados por episodios de ánimo elevado (maníaco, eufórico) y deprimido, y se diferencian por la gravedad de los episodios maníacos y su impacto en el funcionamiento general.
Los episodios maníacos son característicos del Trastorno Bipolar tipo I, mientras que los episodios hipomaníacos y los episodios depresivos mayores son típicos del Trastorno Bipolar tipo II. Mientras que los episodios maníacos en el tipo I duran al menos una semana, los episodios hipomaníacos en el tipo II pueden ser más cortos, de al menos cuatro días. La manía en el tipo I es grave y puede provocar síntomas psicóticos, requerir hospitalización o llevar a conductas peligrosas.
En el tipo II, los episodios hipomaníacos son menos graves, no presentan síntomas psicóticos y rara vez requieren hospitalización. En el tipo I, los episodios depresivos pueden o no estar presentes, mientras que para diagnosticar el tipo II se requiere al menos un episodio depresivo mayor. El funcionamiento se ve más afectado en el tipo I que en el tipo II, ya que la hipomanía a veces puede aumentar la productividad. Sin embargo, el riesgo de suicidio es significativamente mayor en el tipo II debido a los episodios depresivos más frecuentes.
El comportamiento maníaco (tipo I) implica un nivel de energía extremadamente alto, hiperactividad e inquietud constante, mientras que en la hipomanía (tipo II), hay un aumento de energía más controlado. En el tipo I (manía), el habla es acelerada y difícil de interrumpir; en el tipo II (hipomanía), hay verbosidad y un ritmo algo acelerado, pero no tan disruptivo.
Las conductas de riesgo como el gasto compulsivo, la conducción temeraria, el consumo de sustancias y el comportamiento sexual promiscuo son más características de la manía (tipo I) que de la hipomanía (tipo II), donde puede haber impulsividad, pero menos peligrosa. En la manía (tipo I) pueden aparecer delirios y alucinaciones, mientras que en la hipomanía (tipo II) no aparecen síntomas psicóticos.
Las personas en estado maníaco necesitan menos sueño y se sienten muy enérgicas, mientras que en la hipomanía también se reduce la necesidad de dormir, pero sin llegar al agotamiento extremo.
Trastornos depresivos
Los síntomas depresivos son el motivo más frecuente por el que se busca ayuda psicológica, y estos síntomas deben durar al menos dos semanas para que se clasifiquen clínicamente como un trastorno depresivo. Los estados depresivos ocasionales, en los que todas las personas pueden caer en algún momento, no deben considerarse necesariamente un trastorno depresivo. Por ello, es necesario realizar una evaluación psicodiagnóstica más detallada. Existen varios tipos de trastornos depresivos.
Trastorno Depresivo Mayor
Este trastorno implica un estado de ánimo muy bajo de forma continua y la pérdida de interés o placer en casi todas las actividades, junto con síntomas como fatiga, sentimientos de inutilidad, dificultad para concentrarse, pensamientos suicidas, tristeza, falta de motivación, pérdida de apetito y disminución del interés en la actividad sexual, entre otros. Los síntomas deben durar al menos dos semanas y provocar un nivel clínicamente significativo de angustia y deterioro en el funcionamiento diario.
La evaluación del riesgo de suicidio es obligatoria en toda evaluación psicodiagnóstica. En algunos casos, el trastorno depresivo mayor puede tratarse únicamente con psicoterapia, pero el tratamiento más eficaz es una combinación de terapia psicológica y medicación antidepresiva.
Trastorno Depresivo Persistente /Distimia
Este es un tipo de depresión crónica que dura al menos dos años. Los síntomas son más leves que los del Trastorno Depresivo Mayor, pero persisten durante más tiempo y no disminuyen para la persona afectada. Las personas que padecen este trastorno pueden experimentar episodios de depresión mayor durante el curso de la distimia.
Este trastorno es especialmente difícil porque puede causar un gran malestar tanto en la persona que lo padece como en su entorno, provocando frecuentemente alteraciones en las relaciones conyugales y familiares. Es una condición crónica, y el tratamiento se centra en ayudar a la persona a aceptar su enfermedad, generalmente con medicación prescrita por un psiquiatra.
Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo
Este trastorno es característico de niños y adolescentes, y se manifiesta con un estado de ánimo persistentemente irritable o enfadado, junto con episodios intensos de rabia que no son proporcionales a la situación. Los síntomas incluyen arrebatos agresivos combinados con un estado de ánimo irritable o colérico que puede durar varios días. Es común encontrarlo en niños con otras enfermedades o trastornos psicológicos.
Trastorno Disfórico Premenstrual
Este trastorno implica cambios severos en el estado de ánimo, irritabilidad y otros síntomas que aparecen aproximadamente una semana antes de la menstruación. Las mujeres suelen quejarse de dolor u otros problemas psicológicos y cambios de ánimo relacionados con su ciclo menstrual. Se requiere una evaluación psicodiagnóstica detallada, que normalmente incluye una historia completa del desarrollo psicosexual. En algunos casos, también pueden ser necesarias pruebas médicas o biológicas para descartar causas orgánicas.
Trastornos Depresivos por Otras Causas
Los trastornos depresivos también pueden ser provocados por el consumo de sustancias psicoactivas o por otras condiciones médicas, como trastornos neurológicos o disfunciones tiroideas.
Suicidio
El comportamiento suicida puede manifestarse de muchas formas, desde señales de advertencia sutiles hasta declaraciones directas de intención suicida. Si tú o alguien que conoces muestra estos síntomas, busca ayuda psicológica o médica INMEDIATA.
Señales psicológicas y emocionales de advertencia:
⦁ Tristeza intensa o desesperanza (sentir que las cosas nunca mejorarán)
⦁ Ansiedad grave o agitación (preocupación constante, inquietud, ataques de pánico)
⦁ Sentirse atrapado o con un dolor insoportable (creer que no hay salida al sufrimiento)
⦁ Cambios repentinos de humor (de tristeza extrema a calma, lo que puede indicar una decisión de suicidarse)
⦁ Sentimientos de culpa o inutilidad (pensar que es una carga para los demás y que la vida no tiene sentido)
Señales de advertencia conductuales:
⦁ Hablar sobre querer morir (“Ojalá no estuviera aquí”, “Todos estarían mejor sin mí”)
⦁ Buscar medios para suicidarse (investigar métodos, conseguir armas o acumular pastillas)
⦁ Alejarse de los seres queridos (evitar a amigos, familia y eventos sociales)
⦁ Regalar objetos valiosos o expresar deseos inusuales (regalar cosas inesperadamente o hablar de desaparecer)
⦁ Aumento del consumo de sustancias (alcohol o drogas)
⦁ Conductas riesgosas o imprudentes: conducción peligrosa, autolesiones, descuido de la propia seguridad
⦁ Aparente tranquilidad tras una crisis extrema—puede ser señal de que la persona ha decidido quitarse la vida
Síntomas físicos incluyen:
⦁ Cambios en los patrones de sueño (dormir demasiado o muy poco)
⦁ Cambios en el apetito o peso—comer mucho más o menos de lo habitual
⦁ Autolesiones—cortes, pinchazos, quemaduras u otras formas de daño físico
⦁ Fatiga crónica o falta de energía—sensación constante de agotamiento
Trastornos de Ansiedad y Relacionados con el Miedo
Estos trastornos se dividen en:
- Trastorno de Ansiedad Generalizada
- Trastorno de Pánico
- Trastornos Fóbicos
- Trastorno de Ansiedad por Separación
- Mutismo Selectivo
- Trastorno Obsesivo-Compulsivo
Trastorno de Ansiedad Generalizada
Este trastorno implica una preocupación y temor excesivos e incontrolables en relación con diversos temas de la vida, eventos o actividades. Los síntomas duran al menos seis meses y provocan un nivel significativo de angustia o deterioro en el funcionamiento diario. También pueden aparecer síntomas como inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y trastornos del sueño.
Transtorno de Pánico
Se refiere a ataques de pánico recurrentes e inesperados, que son períodos repentinos de miedo o malestar intensos. Los síntomas pueden incluir sudoración, temblores, latidos cardíacos rápidos, dolor en el pecho, dificultad para respirar y miedo a perder el control o a morir.
Trastornos Fóbicos
Estos trastornos se refieren a miedos intensos hacia situaciones u objetos específicos, que impiden que la persona funcione adecuadamente en su vida cotidiana. El más común es la agorafobia, que es el miedo a los espacios abiertos, generalmente relacionado con el temor a no poder escapar si ocurre un ataque de pánico o si aparece una ansiedad intensa. La persona evita estar en espacios abiertos, plazas, centros comerciales, o experimenta miedo intenso y síntomas físicos en esas situaciones. Como consecuencia, limita su movilidad y no quiere alejarse de casa por miedo a sufrir un ataque de pánico que no pueda controlar.
También existen fobias específicas, que implican un miedo excesivo y persistente hacia objetos o situaciones concretas, como las alturas, volar, espacios cerrados, agujas, sangre, entre otros.
Un tipo particular de trastorno fóbico es la llamada fobia social o trastorno de ansiedad social, que se refiere al miedo intenso a ser evaluado negativamente en situaciones que requieren habilidades sociales o interacción. Debido a este miedo, la persona evita dichas situaciones o sufre un estrés significativo al enfrentarlas.
Trastorno de Ansiedad por Separación
Este trastorno se refiere a un miedo o angustia intensos relacionados con la separación de personas con las que se tiene un vínculo emocional. Suele presentarse en niños, aunque también puede aparecer en adultos. Los síntomas pueden incluir pesadillas, síntomas físicos y un nivel significativo de angustia emocional al separarse de sus seres queridos.
Es muy importante evaluar si la ansiedad por separación es “imaginada” o inducida, a menudo por un adulto, especialmente en situaciones de divorcio. En estos casos, uno de los padres puede establecer un vínculo patológico con el niño, impidiendo que desarrolle o mantenga una relación emocional con el otro progenitor.
Estos vínculos emocionales patológicos entre padres e hijos pueden interferir en las relaciones matrimoniales y familiares durante la vida adulta. Esto ocurre con frecuencia en familias que viven en hogares compartidos—por ejemplo, cuando un hijo lleva a su esposa a vivir con sus padres. Esta situación a menudo genera conflictos, especialmente entre la madre del hijo y su esposa, lo que puede llevar a las personas a buscar apoyo psicológico.
Mutismo Selectivo
Es un trastorno poco común en niños (aunque también puede darse en adultos jóvenes), en el cual la persona afectada es incapaz de hablar en situaciones sociales específicas (por ejemplo, en la escuela), a pesar de poder hablar en otros contextos sociales (por ejemplo, en casa). Esta condición puede estar relacionada con una situación de estrés intenso que actuó como desencadenante. Se diagnostica mediante una evaluación psicodiagnóstica detallada de la personalidad y el desarrollo, así como un análisis de situaciones específicas y de las reacciones del individuo frente a ellas.
Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)
Este trastorno implica pensamientos intrusivos y no deseados (obsesiones) y conductas o actos mentales repetitivos (compulsiones) que se realizan para reducir la tensión o evitar que ocurra algo temido. Se manifiesta comúnmente en la obsesión excesiva por la limpieza, miedo a la contaminación y rituales como el lavado compulsivo de manos, el baño excesivo o el malestar cuando se altera el orden de los objetos.
Este trastorno puede afectar gravemente el funcionamiento eficaz en la vida cotidiana.
Dentro de esta categoría también se incluyen:
- Trastornos de la Integridad Corporal, en los que la persona siente incomodidad o rechazo hacia ciertas partes de su cuerpo o su imagen corporal
- Trastorno de Acumulación, que consiste en la recolección excesiva de objetos que a menudo son inútiles, hasta el punto de hacer que el espacio vital sea inadecuado para la vida diaria.
Trastornos Relacionados con el Estrés y el Trauma
Estos trastornos anteriormente se incluían dentro del espectro de los trastornos de ansiedad, pero ahora se consideran entidades clínicas independientes. Se distinguen varios tipos de trastornos dentro de esta categoría:
⦁ Trastorno de Estrés Agudo
⦁ Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)
⦁ Trastorno Disociativo
Trastorno de Estrés Agudo
Cuando ocurre un evento estresante o traumático, puede desencadenarse una reacción aguda de estrés con síntomas similares a los del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), pero de duración más corta—entre tres días y un mes.
El Trastorno de Adaptación es una forma específica de respuesta prolongada al estrés y suele aparecer en entornos laborales donde la persona está constantemente expuesta a situaciones estresantes, lo que aumenta el riesgo de desarrollar síntomas del TEPT.
Otro trastorno relacionado con el estrés es el Trastorno de Duelo Prolongado, que se presenta en personas que, después de un período “normal” de duelo por la pérdida de un ser querido (o incluso una mascota), siguen experimentando un estrés intenso y tienen dificultades para adaptarse a la vida cotidiana. Esto es particularmente evidente en pérdidas de parejas amorosas o hijos a causa de muerte, enfermedad u otras circunstancias de la vida. El trastorno está asociado con la pérdida del amor y el miedo o la incapacidad de volver a experimentar un vínculo emocional de esa intensidad.
Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)
El TEPT es un síndrome complejo de síntomas ansiosos que incluye pensamientos intrusivos y recuerdos de eventos traumáticos, hiperactivación (como irritabilidad, hipervigilancia, estado de alerta exagerado), dificultades para dormir y evitación de lugares o personas que recuerdan al evento traumático.
En nuestra sociedad (de Bosnia y Herzegovina), este trastorno es muy frecuente, ya que muchas personas han sobrevivido a traumas de guerra. Sin embargo, el TEPT no se limita a situaciones de guerra; puede desarrollarse en cualquier persona que haya vivido un evento traumático o estrés intenso que implicó una amenaza a su vida o integridad física.
El TEPT suele desarrollarse en víctimas de abuso físico, psicológico o sexual a largo plazo, siendo el abuso sexual el que presenta el cuadro clínico más complejo. El TEPT puede manifestarse incluso años después del evento traumático, lo que explica por qué algunas víctimas de abuso sexual denuncian a sus agresores mucho tiempo después—cuando han logrado procesar el trauma de manera más adecuada.
La forma más grave de este trastorno es el TEPT Complejo, anteriormente conocido como “cambio de personalidad duradero tras una experiencia catastrófica”. En estos casos, se desarrolla un cuadro clínico más crónico, en el que los síntomas del TEPT se transforman en cambios de personalidad difíciles de tratar, especialmente si la persona no acepta que padece TEPT ni los cambios de personalidad relacionados con el trauma. Estos casos pueden evolucionar hacia trastornos de la personalidad propiamente dichos.
Trastornos Disociativos
Estos trastornos son relativamente raros en la práctica clínica y están principalmente relacionados con el Trastorno de Identidad Disociativo (TID), anteriormente conocido como “trastorno de personalidad múltiple”. Se observa con mayor frecuencia en personas que han sufrido abusos graves y prolongados durante la infancia, por lo general perpetrados por alguien muy cercano. Estas condiciones son especialmente frecuentes en víctimas de abuso sexual incestuoso.
Relacionado con esto está la amnesia disociativa, que implica la incapacidad de recordar aspectos del evento traumático, o incluso el evento completo. Estos recuerdos pueden manifestarse de manera inconsciente, por ejemplo, a través de sueños o pensamientos vagos y fragmentados.
La persona también puede olvidar información personal, presentar lagunas de memoria, mostrarse confundida o desorientada, o incluso encontrarse repentinamente en lugares desconocidos sin saber cómo llegó allí (conocido como fuga disociativa).
Otros fenómenos disociativos incluyen:
⦁ Desrealización – sensación de que el mundo exterior no es real
⦁ Despersonalización – sensación de estar separado del propio cuerpo o procesos mentales, como si el “yo” fuera solo un observador.
Trastornos de la Alimentación
Los trastornos de la alimentación son condiciones caracterizadas por comportamientos alimentarios anormales y una preocupación excesiva por la comida, el peso corporal o la forma del cuerpo. Estos trastornos pueden tener consecuencias graves para la salud física, emocional y social, y pueden requerir tratamientos especializados, incluyendo en algunos casos la intervención de un equipo multidisciplinario.
Existen varias condiciones predominantes asociadas a los trastornos alimentarios, que suelen aparecer con más frecuencia en la adolescencia, aunque también pueden presentarse en etapas más tempranas o más tardías de la vida:
⦁ Anorexia Nerviosa
⦁ Bulimia Nerviosa
⦁ Pica
⦁ Ortorexia
⦁ Trastorno de Evitación o Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID)
⦁ Obesidad
Anorexia Nervosa
Este trastorno implica una restricción extrema en la ingesta de alimentos y un miedo intenso a aumentar de peso, acompañado de una percepción distorsionada del propio cuerpo. Las personas con anorexia suelen verse a sí mismas con sobrepeso incluso cuando están extremadamente delgadas. Frecuentemente practican ejercicio físico excesivo para seguir perdiendo peso o evitar aumentarlo.
La alimentación está estrictamente limitada a una cantidad autoimpuesta, y consumir más allá de ese límite genera un alto nivel de estrés. Esta condición puede llevar a la desnutrición, daños en los órganos, e incluso a la muerte si no se trata adecuadamente. A menudo se asocia con depresión, ansiedad y tendencias perfeccionistas.
La anorexia nerviosa aparece con mayor frecuencia en chicas adolescentes durante la pubertad (cada vez más también en jóvenes homosexuales), y puede extenderse hasta la edad adulta en mujeres que la padecieron durante la adolescencia, debido a una imagen corporal distorsionada.
Bulimia Nervosa
Este trastorno es característico del periodo adolescente, aunque también puede aparecer en etapas posteriores de la vida. Implica episodios de atracones seguidos de conductas compensatorias para evitar el aumento de peso, como vómitos, provocarse el vómito, ejercicio físico excesivo o incluso el uso de laxantes.
Durante los atracones, la persona consume una gran cantidad de comida en un corto período de tiempo y luego intenta eliminarla. Suele haber una pérdida de control durante el atracón. El concepto corporal está distorsionado.
Las consecuencias incluyen deshidratación, desequilibrio electrolítico, problemas gastrointestinales y erosión dental causada por el vómito frecuente.
Si los episodios de atracones no van seguidos de conductas compensatorias, se trata de un Trastorno por Atracón. Son frecuentes los sentimientos de vergüenza o culpa después de los atracones. La persona come mucho más de lo necesario para saciar el hambre y siente pérdida de control durante estos episodios.
Estas conductas pueden llevar al sobrepeso, problemas metabólicos, síntomas de ansiedad y depresión, y otros problemas psicológicos o de salud.
La Pica
La pica es un trastorno de la alimentación caracterizado por el consumo compulsivo de sustancias no comestibles, como cabello, tiza, pintura, entre otras. Se considera inapropiado para el desarrollo cuando ocurre en la edad adulta o después de la infancia, ya que algunos niños pueden presentar ocasionalmente este tipo de comportamiento (por ejemplo, comer mucosidad seca de la nariz, cabello, heces, etc.).
Trastorno de Ingesta Alimentaria Evitativa o Restrictiva
Este trastorno se caracteriza por una falta de interés por la comida y la evitación de ciertos tipos de alimentos. También pueden existir preocupaciones sobre que la comida cause atragantamiento. Sin embargo, a diferencia de otros trastornos alimentarios, no hay una preocupación por el peso corporal ni por la forma del cuerpo.
Ortorexia
(No aparece en las clasificaciones diagnósticas, pero se observa con frecuencia en la práctica clínica) – La ortorexia se refiere a una obsesión por consumir alimentos que se consideran saludables, y a evitar aquellos que se perciben como poco saludables o “impuros”. Esta conducta puede afectar negativamente el funcionamiento social y psicológico.
A veces conduce a deficiencias nutricionales, ya que se evita el consumo de alimentos que proporcionan nutrientes esenciales. La persona se enfoca de forma extrema en la alimentación saludable, hasta el punto de experimentar un estrés significativo en la vida diaria—por ejemplo, pesar con precisión cada porción de comida o angustiarse si no se sigue exactamente esa rutina.
Suele haber una obsesión con la calidad y pureza de los alimentos, sus ingredientes, fabricantes, entre otros aspectos.
Obesidad
La obesidad es principalmente una condición médica, aunque está estrechamente relacionada con el funcionamiento psicológico y muchas veces tiene un origen psicógeno. Se caracteriza por un exceso de grasa corporal, lo que puede conllevar graves problemas de salud.
Generalmente se define mediante la relación entre el peso corporal y la altura, a través del Índice de Masa Corporal (IMC). La obesidad moderada se considera cuando el IMC está entre 30 y 35, mientras que por encima de 35 se considera grave, y más de 40 muy grave.
Las consecuencias para la salud son considerables e incluyen:
⦁ Enfermedades cardiovasculares
⦁ Diabetes
⦁ Trastornos autoinmunes
⦁ Problemas articulares (como la osteoartritis)
⦁ Ciertos tipos de cáncer
Además, la obesidad afecta la salud mental, lo que puede generar:
⦁ Trastornos depresivos y de ansiedad
⦁ Baja autoestima debido al estigma social
⦁ Alteración del concepto corporal
⦁ Limitaciones físicas
Trastornos del Sueño y la Vigilia
Las personas suelen recurrir a soluciones rápidas, como los medicamentos, pero muchas veces la causa del problema es de origen psicológico, lo que impide que el sueño se inicie adecuadamente. Incluso cuando se logra dormir, algunas personas experimentan una alteración del ciclo sueño-vigilia, especialmente aquellas con experiencias traumáticas.
En algunos casos, el uso de medicamentos es necesario, pero con el tiempo el organismo puede volverse resistente, por lo que también se requieren otras técnicas y métodos terapéuticos. A veces se altera el ritmo circadiano.
Las personas que trabajan en turnos nocturnos pueden presentar grandes dificultades con el ritmo de sueño y vigilia. El estrés de los turnos nocturnos, la readaptación a turnos diurnos, o el trabajo nocturno en empresas extranjeras con diferente huso horario (como en hostelería o trabajos online), puede desequilibrar este ritmo natural.
Dormir es como un alimento mental para el cuerpo y la salud psicológica. Hay personas que duermen en exceso, y mientras más duermen, más sueño sienten.
Insomnio y Otros Trastornos del Sueño
El Trastorno de Insomnio se refiere a la dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo—es decir, permanecer dormido—o al despertarse demasiado temprano sin poder volver a dormir. Todo esto puede causar un nivel significativo de estrés y deterioro en la vida cotidiana.
Por otro lado, el Trastorno de Hipersomnolencia (somnolencia excesiva) implica una somnolencia durante el día y un bajo nivel de alerta, a pesar de haber dormido una cantidad suficiente o incluso prolongada de horas. Quienes lo padecen tienen dificultades para mantenerse despiertos y necesitan episodios prolongados de sueño, lo cual interfiere tanto en su vida diaria como en la de las personas que los rodean.
Incluso un trastorno del sueño aparentemente «simple», como lo es el ronquido, puede afectar negativamente la relación emocional entre parejas. Una persona puede no lograr descansar adecuadamente mientras la otra duerme profundamente, sin comprender por lo que está pasando su compañero o compañera al “tener que dormir con un roncador o roncadora” .
Un trastorno del sueño extremo y potencialmente peligroso es la Narcolepsia, que implica episodios repetidos de sueño incontrolable, en los cuales la persona se duerme de manera súbita. También se alteran las fases del sueño, especialmente la fase REM (Rapid Eye Movement – Movimiento Rápido de los Ojos), y puede estar asociada a una debilidad muscular repentina (cataplejía).
Trastornos del Ritmo Circadiano del Sueño y la Vigilia
Estos trastornos se refieren a una desincronización entre el ciclo natural de sueño-vigilia de una persona y su horario ambiental o social. Son más frecuentes en personas que trabajan por turnos, como policías, bomberos, personal médico, guardias de seguridad, soldados, trabajadores industriales, e incluso personas involucradas en actividades delictivas (prostitutas, ladrones, vendedores de drogas, etc.). Muchos de estos trabajos se realizan durante la noche, lo que interrumpe el ritmo natural de vigilia y sueño.
En contextos delictivos, esta alteración suele agravarse por el uso de drogas psicoestimulantes para “mantenerse despiertos”, lo que afecta aún más el ciclo natural del organismo.Las personas ciegas también pueden presentar un ritmo de sueño-vigilia distinto al ciclo de 24 horas típico en la mayoría de las personas.
Trastornos del Sueño Relacionados con la Respiración
Los trastornos del sueño relacionados con la respiración son alteraciones que afectan la manera en que respiramos mientras dormimos. Estos son algunos de los más comunes:
⦁ Apnea obstructiva del sueño: se produce cuando las vías respiratorias se bloquean repetidamente durante el sueño. Esto interrumpe la respiración, reduce los niveles de oxígeno y afecta la calidad del sueño. La persona puede dejar de respirar por breves periodos varias veces durante la noche.
⦁ Apnea central del sueño: en este caso, el cerebro no envía correctamente las señales necesarias a los músculos responsables de la respiración. Como resultado, la persona deja de respirar durante ciertos momentos mientras duerme.
⦁ Hipoventilación relacionada con el sueño: significa que la respiración durante el sueño es más lenta o superficial de lo normal, lo que causa un aumento en los niveles de dióxido de carbono (CO₂) en el cuerpo.
Estos trastornos suelen evaluarse en hospitales o clínicas del sueño utilizando equipos especiales que permiten monitorear la respiración durante la noche.
Parasomnias – Conductas Patológicas Durante el Sueño
Los trastornos del despertar del sueño no REM incluyen el sonambulismo y los terrores nocturnos, caracterizados por despertares bruscos acompañados de miedo intenso y activación del sistema nervioso autónomo (presión arterial elevada, palpitaciones, sudoración intensa, tensión muscular, dilatación de las pupilas).
Los terrores nocturnos deben diferenciarse del trastorno de pesadillas, que implica sueños perturbadores recurrentes con contenido amenazante para la vida o seguridad del soñador.
El trastorno de conducta del sueño REM se manifiesta como la actuación de sueños vividos, debido a la ausencia de parálisis REM normal.
El síndrome de piernas inquietas se presenta como una necesidad incontrolable de mover las piernas por sensaciones desagradables, especialmente por la noche.
Trastornos del Sueño Inducidos por Sustancias
Los trastornos del sueño también pueden estar provocados por el consumo de sustancias psicoactivas:
⦁ Insomnio por cafeína o drogas estimulantes (cocaína, anfetaminas, metanfetaminas, alucinógenos)
⦁ Parasomnias causadas por drogas alucinógenas
⦁ Hipersomnia debida a sedantes, alcohol, opiáceos y otras drogas o medicamentos (naturales o químicos)
Trastornos del Control de los Impulsos
Los trastornos del control de los impulsos implican dificultades en la autorregulación de las emociones y conductas, lo que lleva a comportamientos que violan normas sociales o los derechos de otras personas, generalmente de forma agresiva o violenta.
Un ejemplo es el Trastorno Explosivo Intermitente, que se caracteriza por episodios recurrentes de agresividad impulsiva que son desproporcionados a la situación (por ejemplo, alguien alza la voz y la persona con el trastorno responde lanzando objetos, gritando, insultando o incluso golpeando).
A veces estas personas también recurren a la autoagresión, y después muestran sentimientos de culpa y remordimiento, lo cual es un patrón común en su conducta.
Otros trastornos específicos incluyen:
⦁ Cleptomanía – incapacidad recurrente para resistir el impulso de robar, incluso cuando los objetos no son necesarios
⦁ Piromanía – provocación intencional de incendios con una fascinación o satisfacción asociada al fuego, generalmente sin culpa por los daños causados
En estos trastornos, la persona suele actuar sin pensar en las consecuencias. En los casos más graves de Trastorno Explosivo Intermitente, se requiere intervención médica como sujeción física, inyección de sedantes, o incluso hospitalización o detención temporal para evitar daños.
Estas personas no reflexionan sobre las posibles sanciones legales por sus actos, como robar o provocar incendios, y muchas veces incluso disfrutan, especialmente en el caso de la piromanía, donde el fuego se percibe casi como un juego infantil.
En niños y adolescentes, los trastornos más comunes son:
⦁ Trastorno de Conducta – violación persistente de normas sociales a través de conductas agresivas, violentas o delictivas
⦁ Trastorno Negativista Desafiante (ODD) – comportamiento enojado, desafiante y vengativo, especialmente hacia compañeros, figuras de autoridad o en entornos escolares
Estos trastornos suelen ser precursores de estructuras psicopáticas en la adultez y a menudo requieren tratamiento médico o institucionalización. Aunque existe desconfianza pública, sí hay soluciones institucionales eficaces. La detección temprana es clave—como en las enfermedades físicas, los problemas mentales son más tratables si se identifican a tiempo.
El Juego Patológico, ahora llamado Trastorno por Juego, antes se incluía entre los trastornos del control de los impulsos, pero ahora se clasifica junto a los trastornos por uso de sustancias y adicciones, debido a sus características comunes.
Aunque el juego patológico implica impulsividad, la incapacidad de resistir el impulso de jugar y la ausencia de consideración por las consecuencias, el patrón de placer durante el acto seguido de culpa y cuestionamientos posteriores se alinea más con los trastornos adictivos que con los del control de impulsos.
Los trastornos del control de los impulsos raramente aparecen de forma aislada y con frecuencia coexisten con otros trastornos mentales, formando parte de un cuadro psicopatológico más amplio.
Trastornos de la Personalidad
Los trastornos de la personalidad son los trastornos psicológicos más complejos, ya que son muy resistentes al cambio y resultan aún más difíciles de tratar cuando se presentan junto con otros trastornos de la personalidad o en forma de “tipo mixto”. En la práctica, a veces se observan tipos mixtos de trastornos de la personalidad, en los que predomina la sintomatología de un tipo, pero también están presentes rasgos de otros trastornos, lo que convierte a estas personas en un verdadero desafío para la psicodiagnosis, y especialmente para el psicotratamiento.
Sin embargo, el tratamiento no es imposible si la persona en tratamiento colabora activamente, lo cual es una condición indispensable para que el proceso terapéutico pueda llevarse a cabo —como lo es también con cualquier otro problema psicológico.
Existen diversos trastornos de la personalidad, cada uno con síntomas y signos característicos. A veces, ciertos síntomas pueden aparecer en más de un trastorno al mismo tiempo, por lo que en algunos casos es necesaria una psicodiagnosis diferencial.
En las clasificaciones clínicas actuales, se reconocen los siguientes tipos de trastornos de la personalidad:
⦁ Trastorno paranoide de la personalidad
⦁ Trastorno esquizoide de la personalidad
⦁ Trastorno esquizotípico de la personalidad
⦁ Trastorno antisocial de la personalidad
⦁ Trastorno narcisista de la personalidad
⦁ Trastorno histriónico de la personalidad
⦁ Trastorno límite (o borderline) de la personalidad
⦁ Trastorno evitativo de la personalidad
⦁ Trastorno dependiente de la personalidad
⦁ Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
Trastorno de la personalidad paranoide
La característica principal es la sospecha y la desconfianza hacia los demás, con una tendencia a interpretar las acciones ajenas como malintencionadas, incluso cuando no existen pruebas que respalden tales creencias. Estas personas sospechan injustificadamente que otros las están explotando, dañando, engañando o que quieren perjudicarlas.
Están constantemente preocupadas por la lealtad y la confiabilidad de sus amigos y colegas, y desarrollan sospechas constantes sobre las intenciones de sus parejas, amistades o compañeros. Evitan compartir información sobre sí mismas, sus sentimientos o pensamientos, creyendo que será utilizada en su contra.
Suelen malinterpretar comentarios inocuos como amenazas o críticas personales. Guardan rencor durante mucho tiempo y les cuesta perdonar insultos o amenazas percibidas. Reaccionan rápidamente con ira u hostilidad y tienden a ser excesivamente defensivas o agresivas.
También tienen sospechas de infidelidad y pueden acusar constantemente a sus parejas de engañarlas (a veces estas acusaciones paranoicas en realidad esconden reacciones defensivas porque es la persona que acusa quien ha sido infiel, utilizando este mecanismo como una defensa neurótica para «anticiparse» y ocultar su propia infidelidad). También pueden presentar ideas de persecución, es decir, la creencia de que otros intentan deliberadamente socavarlas o hacerles daño.
Trastorno de la personalidad esquizoide
La característica principal es una gama restringida de expresión emocional y el distanciamiento de las relaciones sociales en entornos interpersonales. Estas personas son introvertidas, prefieren las actividades solitarias y son indiferentes a las opiniones o deseos de los demás. Tienen poco interés en formar relaciones cercanas, ni siquiera vínculos fuertes con miembros de la familia o parejas sentimentales.
Prefieren pasar el tiempo a solas en lugar de participar en actividades sociales o pasatiempos que impliquen la interacción con otros (por ejemplo, si les gusta el senderismo, prefieren hacerlo solos). Su expresión emocional está tan limitada que a los demás les resulta difícil reconocer cómo se sienten o cuál es la emoción dominante en un momento dado.
Carecen de interés en la actividad sexual con otras personas, casi no tienen apetito o deseo sexual—son asexuales. No reaccionan ni a los elogios ni a las críticas; les da igual si los demás los perciben de forma positiva o negativa.
Pueden dar la impresión de frialdad emocional y desapego, siendo en general distantes, indiferentes y fríos en sus relaciones. Tienen poco o ningún deseo de formar vínculos íntimos, lo que limita sus interacciones sociales e incluso puede significar que no tengan amigos. Son socialmente retraídos, con escasa interacción social, y a menudo no valoran ni buscan dichas interacciones.
No tienen ningún interés en participar en actividades grupales (ni siquiera las reuniones familiares les parecen importantes) y muestran respuestas emocionales débiles ante los acontecimientos de la vida, incluso ante los significativos (la llegada de un nuevo miembro de la familia, una boda, el éxito o el fracaso de alguien, la pérdida de un ser querido). Les cuesta entender, aceptar y adaptarse a las normas sociales o a las reglas convencionales.
Trastorno de la personalidad esquizotípica
Este trastorno implica un comportamiento excéntrico, creencias extrañas, pensamiento distorsionado y ansiedad social. Estas personas presentan distorsiones cognitivas o perceptivas y se sienten muy incómodas en relaciones cercanas. Pueden creer en cosas que no tienen base en la realidad, como la telepatía, la superstición o que poseen poderes especiales (habilidades sobrenaturales). A menudo tienen experiencias perceptivas inusuales, como distorsiones sensoriales (por ejemplo, la sensación de que alguien los observa), aunque no se trata de alucinaciones completas.
Visten de manera no convencional y tienen un estilo de habla, lenguaje corporal y gestos peculiares. Sienten incomodidad y tensión cuando están cerca de otras personas, especialmente en relaciones cercanas, y a menudo sienten que son diferentes o que los demás no los entienden. Suelen mostrar desconfianza o ideas paranoides, con una tendencia a ser excesivamente suspicaces o paranoicos, creyendo que otros quieren hacerles daño o engañarlos sin pruebas suficientes—esto se basa en distorsiones personales del pensamiento.
Su lenguaje puede ser metafórico y difícil de seguir (especialmente para personas menos inteligentes), y sus pensamientos pueden parecer desconectados o abstractos. Les faltan vínculos de amistad cercanos y personas de confianza; a menudo tienen pocos o ningún amigo fuera del círculo familiar, y hasta con los miembros de la familia pueden estar emocionalmente distanciados.
Generalmente muestran respuestas emocionales inapropiadas en ciertas situaciones. Sus creencias distorsionadas pueden afectar negativamente la comprensión y aceptación de las normas y reglas sociales, así como la formación de relaciones estables y significativas. Presentan un alto grado de pensamiento supersticioso, creyendo en fenómenos paranormales como experiencias sobrenaturales, ocultismo, satanismo y temas similares.
Trastorno de la personalidad antisocial
/Psicopatía/
Conocido popularmente bajo el término simplificado de “psicopatía”, este trastorno se caracteriza por la falta de respeto y la violación de los derechos de los demás, impulsividad, manipulación, emocionalidad superficial, participación frecuente en conductas delictivas diversas, problemas de conducta antes de los trece años, comportamiento sexual promiscuo, tendencia a actividades de alto riesgo que ponen en peligro a sí mismos o a otros, y un estilo de vida parasitario (a expensas de los demás). Presentan falta de culpa y remordimiento, así como incapacidad para empatizar con los demás.
Tienden a involucrarse en comportamientos que podrían llevar a su arresto. Mienten, usan identidades falsas o engañan a otros por placer o beneficio personal. Tienen funciones ejecutivas más débiles debido al bajo funcionamiento del lóbulo prefrontal, lo que causa una planificación deficiente y reacciones impulsivas sin considerar las consecuencias.
Algunos se ven involucrados frecuentemente en peleas físicas y expresan fácilmente su ira, descargando su rabia y agresividad en los demás, convirtiéndose en personas violentas. Participan en conductas peligrosas como conducción temeraria, consumo de sustancias psicoactivas (habitualmente estimulantes o mezclas), y violencia, sin preocuparse por el daño que puedan causar a otros.
Son irresponsables en sus obligaciones laborales (tanto en la escuela como en el trabajo), en sus obligaciones financieras (evasión de impuestos, pensiones alimenticias) y en responsabilidades familiares (olvidan fechas importantes, no muestran afecto, rara vez asisten a reuniones familiares, aunque afirmen que “la familia es lo más importante”).
Justifican sus actos dañinos físicos o emocionales con total indiferencia. Pueden abandonar fácilmente a una pareja enamorada de ellos y manipular las relaciones fingiendo estar igualmente enamorados. Su autoimagen está profundamente distorsionada, y carecen de conciencia de sí mismos, incluso cuando poseen alta inteligencia.
Aquellos con alta inteligencia y trastorno antisocial pueden responder mejor al tratamiento psicológico, ya que tienen mejores estrategias cognitivas que quienes poseen menor capacidad intelectual. En estos últimos casos, alcanzar la autoconciencia suele ser difícil o imposible.
Muchas personas con este trastorno pueden parecer encantadoras o carismáticas, pero se trata de cualidades superficiales usadas para manipular a los demás. También existen personas particularmente propensas a convertirse en víctimas de estas manipulaciones.
Trastorno Narcisista de la Personalidad
Al igual que las personas con trastorno de personalidad antisocial, quienes tienen trastorno narcisista de la personalidad también presentan una falta de empatía, un concepto grandioso de sí mismos y una necesidad excesiva de admiración por parte de los demás (estos síntomas también están presentes en las personalidades antisociales). No es raro que los rasgos narcisistas y antisociales se combinen, conformando una de las categorías menos propensas al cambio y con consecuencias duraderas. En muchos de estos casos, se observan también «cambios persistentes de la personalidad como resultado de eventos catastróficos», es decir, un trastorno de estrés postraumático complejo, ya que un análisis más profundo casi siempre revela antecedentes de abuso infantil en diferentes formas.
Estas personas evitan el tratamiento y tienen dificultad para enfrentarse a sí mismas, por lo que prefieren dañar a los demás. Los individuos con personalidad narcisista explotan a otros para obtener beneficios personales, tienen una sensación inflada de su propia importancia y tienen una gran dificultad para afrontar las críticas (lo cual también se observa en las personalidades psicopáticas). Esperan ser reconocidos como superiores sin haber logrado nada que justifique tal reconocimiento. Exageran sus logros y talentos, fantaseando con poder ilimitado, éxito, belleza, brillantez o amor ideal; están constantemente obsesionados con cómo los admiran, cómo alcanzar la cima o cómo encontrar a la pareja perfecta.
Creen que son especiales y únicos, y que solo personas o instituciones de alto estatus pueden entenderlos. Exigen validación constante, reconocimiento o admiración para mantener su autoestima y confianza. Se sienten con derecho a recibir un trato especial o esperan que se cumplan sus deseos automáticamente.
Explotan a los demás para alcanzar sus propios objetivos, a menudo sin culpa ni remordimiento. Tienen dificultad para reconocer o preocuparse por los sentimientos y necesidades de otras personas. Sienten envidia de los demás o creen que los demás les tienen envidia; cuando alguien más tiene éxito, se sienten heridos y se vuelven rencorosos. Su comportamiento se caracteriza por actitudes arrogantes y altivas.
Trastorno Histriónico de la Personalidad
Este trastorno se caracteriza por un comportamiento que busca constantemente la atención, generalmente mediante patrones exhibicionistas y una emocionalidad exagerada. Las personas con este trastorno buscan validación y reconocimiento mostrando conductas dramáticas, teatrales o seductoras para atraer la atención hacia sí mismas. Se sienten incómodas cuando no son el centro de atención o cuando no están en el foco de las interacciones sociales.
Pueden mostrar conductas sexuales provocativas o de coqueteo inapropiadas, incluso en contextos donde esto no es adecuado (por ejemplo, seduciendo al terapeuta en lugar de centrarse en el tratamiento, o usando el comportamiento seductor para conseguir ventajas en acuerdos laborales).
Sus emociones cambian rápidamente y tienden a ser superficiales. Debido a estos rápidos cambios, sus reacciones emocionales suelen parecer poco sinceras o forzadas. Utilizan su apariencia física para llamar la atención, poniendo un énfasis excesivo en su aspecto, vistiéndose de manera provocativa o comportándose de forma llamativa (risa ruidosa, maquillaje llamativo, combinaciones de colores estridentes, expresión vocal exagerada, teatralidad).
Tienden a expresar las emociones de manera dramática, teatral y exagerada, especialmente en el habla, lo que puede dar la impresión de ser artificiales o poco naturales, ya que sus reacciones emocionales suelen ser desproporcionadas al contexto.
Son altamente sugestionables y fácilmente influenciables por otras personas o por las circunstancias, cambiando sus creencias u opiniones rápidamente según lo que otros piensen, debido a una falta de identidad personal firme. Suelen malinterpretar el nivel de intimidad en las relaciones, creyendo que estas son más cercanas de lo que realmente son.
Su forma de hablar suele ser impresionista y carece de detalles—un discurso dramático, vacío o exagerado, sin profundidad ni sustancia, como si «no tuviera sentido». Se frustran con facilidad si no se les presta atención. Su autoestima depende de la validación externa, y no de una confianza interna estable (que suele ser frágil).
Suelen mostrar comportamientos manipulativos, utilizando la seducción, el encanto o la emocionalidad exagerada para obtener lo que desean. Tienen dificultades para establecer relaciones profundas y les cuesta mantener vínculos estables y significativos, debido a su constante necesidad de atención, lo que puede resultar agotador para la pareja.
Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)
Este trastorno también se conoce comúnmente como trastorno de la personalidad emocionalmente inestable, ya que se caracteriza por una marcada inestabilidad en las relaciones, emociones, comportamiento y autoimagen. Las personas con este trastorno suelen tener un miedo intenso al abandono, real o imaginado, y a menudo hacen grandes esfuerzos por evitarlo. El mecanismo de defensa dominante es el «splitting» (escisión), es decir, ver a los demás como completamente buenos o completamente malos, lo que genera relaciones intensas e inestables donde las percepciones sobre los demás cambian rápidamente.
Tienen una imagen de sí mismos inestable, con frecuentes cambios en su sentido del yo, identidad, metas y valores. Presentan conductas impulsivas como gastos excesivos, atracones de comida (especialmente en la adolescencia), abuso de sustancias y conductas sexuales de riesgo. También pueden manifestar comportamientos suicidas recurrentes (amenazas, intentos, cartas de despedida, dramatización) o autolesiones (cortes, quemaduras, arrancarse el cabello, etc.).
Experimentan cambios bruscos de estado de ánimo, desde una felicidad extrema y euforia hasta tristeza profunda, ira o ansiedad, que pueden durar desde horas hasta días. Un sentimiento crónico de vacío está presente, reflejado en una sensación de nulidad interna, aburrimiento o “hueco emocional”. Tienen dificultades para controlar la ira, lo que puede llevar a estallidos repentinos de furia. En situaciones de estrés, pueden presentar síntomas paranoides o disociativos. En relaciones cercanas, alternan entre buscar intimidad y temer la cercanía.
Trastorno de la Personalidad Evitativa
Este trastorno se caracteriza por una inhibición social marcada, sentimientos de inferioridad y una extrema sensibilidad a la evaluación negativa. Las personas con este trastorno tienden a evitar el contacto social, así como actividades laborales o sociales que impliquen interacción interpersonal, por temor a ser criticadas, rechazadas o humilladas en dichos contextos.
Son reacias a involucrarse con los demás a menos que estén seguras de que serán aceptadas sin condiciones, lo que lleva a evitar formar amistades o relaciones si no hay garantía de aceptación. En las relaciones íntimas, evitan el acercamiento emocional por miedo o vergüenza a ser ridiculizadas.
Se preocupan en exceso por la posibilidad de ser criticadas o rechazadas y están constantemente angustiadas por la forma en que los demás las perciben, lo que refuerza su tendencia al aislamiento. En nuevas situaciones sociales, se sienten inhibidas debido a sentimientos de inadecuación. Tienen baja autoestima y dificultad para adaptarse a ambientes desconocidos.
Se perciben a sí mismas como inadecuadas, poco atractivas o inferiores, y mantienen una autoimagen constantemente negativa, sintiéndose “no lo suficientemente buenas” en comparación con los demás. Evitan asumir riesgos o participar en actividades nuevas por miedo al fracaso o la vergüenza.
Trastorno de la Personalidad Dependiente
Este trastorno se caracteriza por una necesidad excesiva de que otros se hagan cargo de la persona, lo que conlleva a conductas sumisas y de apego excesivo. Las personas con este trastorno experimentan un miedo intenso a la separación y tienen dificultades para tomar decisiones, mantener la confianza en sí mismas y ser independientes. Dependen frecuentemente del apoyo emocional y físico de los demás. Necesitan consejos detallados y validación de otras personas incluso para decisiones simples. Se apoyan en amigos, familiares o parejas para gestionar aspectos esenciales de la vida como las finanzas, el trabajo o las tareas diarias.
Tienen dificultades para expresar desacuerdo por miedo a perder el apoyo, evitando así conflictos o contradecir a los demás incluso cuando no están de acuerdo. Les resulta difícil iniciar proyectos o trabajar de forma independiente porque carecen de confianza en sus capacidades y dependen de otros para comenzar o gestionar cualquier actividad.
Pueden tolerar relaciones inadecuadas o abusivas con tal de mantener el apoyo y la validación. Experimentan un miedo intenso a quedarse solas y creen que no pueden funcionar de manera autónoma. Tan pronto como termina una relación, buscan urgentemente otra. Estos temores al abandono suelen ser poco realistas, y se preocupan constantemente por tener que cuidar de sí mismas sin ayuda.
Su comportamiento suele ser pasivo y sumiso. Tienen baja autoestima y confianza en sí mismas, lo que las pone en alto riesgo de involucrarse en relaciones emocionales abusivas, ya que son especialmente vulnerables a la manipulación debido a su miedo a la independencia.
Trastorno de la Personalidad Obsesivo-Compulsiva
No es lo mismo que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), que se caracteriza por pensamientos intrusivos y comportamientos compulsivos. En este caso, se trata de un rasgo de personalidad donde la persona cree que su forma de hacer las cosas es la “correcta”. Implica una preocupación excesiva por el orden, el perfeccionismo y el control, lo que vuelve a estas personas extremadamente rígidas. Se obsesionan con los detalles, las reglas, las listas, el orden y la organización, dándole demasiada importancia a la estructura y complicando innecesariamente las actividades.
El perfeccionismo interfiere con la finalización de tareas; establecen estándares demasiado altos, lo que puede llevar a no completar proyectos o a la procrastinación (trabajar bajo presión). Pueden volverse excesivamente dedicados al trabajo y la productividad, priorizando el trabajo por encima del tiempo libre y las relaciones, incluso cuando no es necesario.
Son demasiado rígidos con respecto a valores morales y éticos, con una visión estricta de lo correcto e incorrecto, y muestran poca flexibilidad en sus creencias. Les cuesta deshacerse de objetos sin valor, incluso si no tienen significado sentimental, porque creen que podrían ser útiles algún día. Prefieren hacer las cosas por sí mismos, ya que creen que otros no alcanzan sus estándares. Consideran el dinero como algo que debe ahorrarse para futuras desgracias, en lugar de gastarse para disfrutar de la vida.
Demuestran una terquedad y rigidez extremas, insistiendo en hacer las cosas exactamente como las imaginaron, y tienen muchas dificultades para adaptarse a los cambios. Presentan un alto nivel de autocrítica y culpa. El miedo a equivocarse los vuelve indecisos. Tienen dificultades para expresar emociones, por lo que pueden parecer fríos o distantes emocionalmente. En las relaciones íntimas, a menudo se les percibe como controladores y exigentes.
Trastornos por (ab)uso de sustancias
El trastorno por uso o abuso de sustancias es un patrón de comportamientos problemáticos relacionados con el consumo de sustancias, que causa un daño significativo y estrés cuando están presentes los siguientes criterios durante un período de un año:
Control alterado:
⦁ Consumo de cantidades cada vez mayores de la sustancia o durante más tiempo del previsto.
⦁ Deseo persistente o intentos fallidos de dejar de usar la sustancia o de controlar su uso.
⦁ Se dedica mucho tiempo a conseguir, consumir o recuperarse de los efectos de la sustancia.
⦁ Ansias intensas o deseos urgentes de consumir la sustancia.
Deterioro social:
⦁ Fracaso en el cumplimiento de responsabilidades laborales, escolares o del hogar debido al uso de sustancias.
⦁ Continuación del consumo a pesar de problemas sociales o interpersonales causados o empeorados por el mismo.
⦁ Abandono de actividades importantes a causa del uso de sustancias.
Uso de riesgo:
⦁ Consumo en situaciones físicamente peligrosas (por ejemplo, al conducir).
⦁ Persistencia en el uso a pesar de saber que provoca daños físicos o psicológicos.
Criterios farmacológicos:
⦁ Tolerancia (necesidad de dosis cada vez mayores para conseguir el mismo efecto).
⦁ Síndrome de abstinencia (aparición de síntomas al dejar de consumir la sustancia).
El trastorno se considera leve si están presentes hasta 3 síntomas, moderado si hay hasta 5, y grave si existen 6 o más.
Las sustancias cuyo consumo puede llevar al desarrollo de un trastorno incluyen:
⦁ Alcohol
⦁ Cannabis
⦁ Alucinógenos (LSD, psilocibina)
⦁ Opioides (heroína, analgésicos con efecto narcótico como tramadol, morfina)
⦁ Sedantes, hipnóticos y ansiolíticos (por ejemplo, benzodiacepinas como diazepam, bromazepam, etc.)
⦁ Estimulantes (cocaína, metanfetaminas)
⦁ Tabaco
⦁ Otras sustancias no identificadas
Trastorno por Juego Patológico
El trastorno por juego patológico es la única adicción conductual oficialmente reconocida, y presenta criterios similares a los de los trastornos por consumo de sustancias, incluyendo tolerancia, abstinencia y pérdida de control. Se manifiesta la necesidad de apostar cantidades cada vez mayores de dinero para alcanzar la excitación deseada (tolerancia). También se presenta comportamiento inquieto o irritable al intentar dejar o detener el juego (síntomas de abstinencia). Las personas intentan repetidamente controlar, reducir o dejar de jugar.
Se obsesionan con el juego (piensan constantemente en experiencias pasadas de apuestas, futuras apuestas o en cómo obtener dinero para apostar). Juegan cuando están bajo estrés (cuando sienten tristeza, culpa o ansiedad). Tras perder dinero, a menudo regresan al día siguiente para «recuperar» las pérdidas. Mienten a amigos, familiares y terapeutas sobre la magnitud de su actividad de juego. Llegan a poner en riesgo o perder relaciones importantes, empleos u oportunidades por causa del juego. Dependan de otros para conseguir dinero y superar las dificultades económicas ocasionadas por el juego.
Aún no ha sido oficialmente reconocido como trastorno, pero en la práctica se identifica como un fenómeno importante: el Trastorno por uso de videojuegos (Internet Gaming Disorder en inglés). No se limita necesariamente al juego online, ya que existen videojuegos que no requieren conexión a internet. Estos juegos, en su mayoría utilizados por jóvenes —y en menor medida por adultos y personas mayores, se consumen de forma excesiva y muestran síntomas similares a las conductas adictivas observadas en el juego patológico. La actividad, en lugar de ser el juego, es el videojuego, aunque a veces incluye elementos de apuestas durante el juego online.
El uso excesivo de videojuegos puede provocar estrés, cambios en el comportamiento, alteraciones en el ritmo circadiano del sueño y la vigilia, y afectar el funcionamiento cotidiano. Incluso puede llevar al desarrollo de otros trastornos mentales. En casos extremos, algunos niños y jóvenes que juegan en exceso han cometido crímenes atroces, al perder el contacto con la realidad y confundir el mundo real con el virtual.
Cuestiones Relacionadas con la Salud Psicosexual
/ex Trastornos Sexuales y de Identidad de Género/
Lo que anteriormente se conocía como trastornos sexuales y de identidad de género ahora se clasifica en disfunciones sexuales, trastornos parafílicos y disforia o incongruencia de género. Cabe destacar que la CIE-11 (ICD-11) adopta un enfoque menos estigmatizante, reclasificando la incongruencia de género dentro de las “Condiciones relacionadas con la salud sexual”, en lugar de considerarlo un “trastorno de identidad de género” como se hacía anteriormente.
En general, existe una gran resistencia entre las personas a estudiar la sexualidad humana, y especialmente la patología de la sexualidad. Las disfunciones sexuales hacen referencia a problemas relacionados con el deseo y la respuesta sexual. Los trastornos parafílicos implican intereses sexuales que generan angustia o consecuencias perjudiciales. La disforia de género es el malestar que surge de la incongruencia entre la identidad de género de la persona y el sexo biológico asignado al nacer.
Estos trastornos pueden tener un impacto significativo en el bienestar emocional, social y psicológico general. No obstante, existen opciones de tratamiento disponibles y es importante hablar abiertamente con un psicólogo sobre los problemas sexuales y buscar ayuda a tiempo si se identifica un problema.
Para más detalles, véase la sección sobre “Sexualidad Humana / Psicosexología.”
Disfunciones Sexuales
Se refieren a dificultades persistentes en la respuesta sexual, el deseo o el orgasmo, que causan un nivel de malestar clínicamente significativo y un deterioro en el funcionamiento diario, especialmente en la vida sexual, lo cual afecta el bienestar mental general.
El trastorno de deseo sexual hipoactivo o el trastorno de excitación sexual se refieren al deseo sexual bajo o ausente, o a un interés o excitación sexual reducidos. En las mujeres, este es el tipo más común de disfunción sexual. Los factores que influyen en este trastorno incluyen: la atracción hacia la pareja, enfermedades o problemas de salud de la pareja, conflictos en la relación, y el interés en la actividad sexual. También hay causas individuales como la imagen corporal, ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, experiencias traumáticas de abuso (especialmente de carácter emocional y social), estrés, miedo a la intimidad o al embarazo, entre otros. Factores fisiológicos como el consumo de alcohol y drogas, ciertos medicamentos, problemas hormonales, enfermedades autoinmunes o crónicas también contribuyen a la disminución del deseo sexual.
La disfunción eréctil implica dificultad para lograr o mantener una erección (en hombres) que sea suficiente para la actividad sexual. Este trastorno es uno de los problemas sexuales más comunes en los hombres y aumenta con la edad. Si se presenta en hombres jóvenes, generalmente tiene causas psicológicas, mientras que en hombres mayores suele tener causas biológicas. Existen varias opciones de tratamiento farmacológico para la disfunción eréctil.
La eyaculación retardada es la dificultad persistente para eyacular o la incapacidad para eyacular a pesar de una estimulación adecuada.
La eyaculación precoz ocurre demasiado rápido, generalmente dentro de un minuto de la penetración, a veces un poco más, pero antes de que la pareja alcance el orgasmo. A veces, la eyaculación ocurre incluso antes de la penetración.
El trastorno de dolor/penetración genital-pélvico está relacionado con el dolor o el miedo al dolor durante las relaciones sexuales.
El vaginismo se refiere a contracciones involuntarias de los músculos vaginales, con frecuencia de origen psicológico, como miedo, vergüenza, trauma o ansiedad relacionada con experiencias traumáticas no procesadas.
La dispareunia se refiere al dolor durante las relaciones sexuales, y puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es más común en las mujeres.
Trastorno Orgásmico Femenino
Es una condición muy común entre las mujeres en nuestra cultura, debido al escaso conocimiento sobre la sexualidad femenina. A menudo, las chicas no practican actividades masturbatorias durante la adolescencia, lo que lleva a un desconocimiento de las sensaciones orgásmicas. Además, los hombres con frecuencia no están suficientemente educados sobre la anatomía y fisiología femenina y no conocen los órganos internos ni la musculatura necesaria para que una mujer alcance el orgasmo. Como resultado, algunas mujeres experimentan dificultades para alcanzar el orgasmo o tienen una intensidad orgásmica reducida. También puede haber una disminución del interés sexual o del deseo sexual.
Hipersexualidad
Además de los anteriormente mencionados, existe otra condición relacionada con la salud sexual que no está clasificada oficialmente como un trastorno, aunque implica un conjunto de síntomas y signos en el ámbito cognitivo, emocional, social y conductual. Esta condición se refiere al comportamiento hipersexual o hipersexualidad, que a veces se denomina adicción sexual o comportamiento sexual compulsivo. Los científicos aún no han llegado a un consenso sobre si el trastorno hipersexual o la hipersexualidad deben incluirse en las clasificaciones de los trastornos mentales.
Trastornos Parafílicos
Los trastornos parafílicos son impulsos sexuales intensos y persistentes, o conductas (incluyendo pensamientos y fantasías), que involucran personas que no pueden dar consentimiento voluntario, objetos no humanos o sufrimiento y humillación.
⦁ Trastorno Voyeurista: excitación sexual al observar a otras personas desnudas o teniendo relaciones sexuales.
⦁ Trastorno Exhibicionista: excitación sexual al mostrar los genitales a transeúntes desprevenidos.
⦁ Trastorno Froteurista: excitación sexual al tocar o frotarse contra una persona sin su consentimiento.
⦁ Trastorno de Masoquismo Sexual: excitación sexual al ser humillado, golpeado o atado.
⦁ Trastorno de Sadismo Sexual: excitación sexual al causar sufrimiento físico y/o psicológico a otros.
⦁ Trastorno Pedofílico: atracción sexual hacia niños menores de 18 años, especialmente con una diferencia de edad de al menos cinco años entre el menor y el adulto.
⦁ Trastorno Zoofílico: excitación sexual y fantasías relacionadas con actos sexuales con animales.
⦁ Trastorno Necrofílico: excitación sexual al fantasear o tener relaciones sexuales con cadáveres.
⦁ Trastorno Coprofílico: excitación sexual relacionada con excremento, como untarse, ingerirlo (coprofagia) o defecar frente a la pareja.
⦁ Trastorno Fetichista: excitación sexual hacia objetos o partes del cuerpo específicas (por ejemplo, pies, zapatos, látex).
⦁ Trastorno Transvestista: excitación sexual al vestir ropa del género opuesto.
Disforia de Género
La disforia de género es el malestar o sufrimiento causado por la incongruencia entre la identidad de género y el sexo asignado al nacer (anteriormente conocida como «Trastorno de Identidad de Género»). No todas las personas transgénero experimentan disforia.
En la infancia, se manifiesta como un deseo persistente de ser del sexo opuesto, con preferencias por roles y actividades del género opuesto y rechazo a juguetes o ropa típicos de su sexo biológico.
En adolescentes y adultos, aparece como un fuerte deseo de ser tratado como persona del género opuesto y un fuerte rechazo a las características sexuales propias. Pueden presentarse ansiedad, depresión o aislamiento social debido al estrés relacionado con la identidad de género.
Se cree que durante el periodo prenatal puede haber alteraciones hormonales (por ejemplo, niveles de testosterona) que afectan el desarrollo cerebral, generando un sistema nervioso más similar al del sexo opuesto.
Las experiencias personales, expectativas sociales y el estado de salud mental pueden influir en el nivel de estrés. El apoyo familiar, la aceptación del entorno y las actitudes culturales son factores clave en la vivencia de la disforia de género.
El tratamiento no busca «corregir» la identidad de género, sino ayudar a vivir de forma auténtica y con bienestar.
El apoyo incluye terapias y técnicas psicoterapéuticas específicas para manejar el estrés.
La transición social implica cambio de nombre, pronombres, vestimenta y expresión de género.
La transición médica puede incluir bloqueadores hormonales en adolescentes, que retrasan la aparición de los caracteres sexuales secundarios (como testosterona en varones o estrógenos en mujeres).
Oficialmente, la disforia de género no se considera un trastorno, sino una condición relacionada con la salud sexual, para evitar estigmatización. Aun así, muchas personas y sociedades aún marginan a quienes atraviesan una transición de género, lo cual puede generar importantes dificultades psicológicas.